Cuándo se podan los árboles no es tan importante como el porqué.
Los árboles solo deben podarse en caso de que supongan un peligro, molesten al paso, haya contacto con fachadas u otros elementos o se busque algún efecto concreto, como podría ser la entrada de luz, en cuyo caso hay que ser muy curoso y ver si realmente merece la pena. Nosotros no olvidamos que trabajamos para las personas y sus necesidades, es por ello que antes de realizar cualquier actuación, visitamos los ejemplares, estudiamos bien las opciones y las proponemos al cliente.
En alguna ocasión seguro que hemos oído que iban a proceder a la poda del árbol porque estaba enfermo, y así lo iban a revitalizar y curar. Para entendernos, podar anualmente un árbol es como pretender curar a alguien que está enfermo y no darle de comer. A nadie se le ocurriría verdad? Pues es lo que hacemos con los árboles. Esta es una idea muy común heredada de las costumbres agrícolas de producción de fruta o madera.
Las podas deben ser proporcionales al problema en caso de que lo haya. Siempre deben ser hechas con conocimiento y precaución. Hay que saber también que cualquier árbol puede ser podado en cualquier época del año, siempre y cuando no se exceda del corte del 30% de las ramas de la copa.
Un ejemplar dedica toda su vida a crecer y desarrollarse con el único objetivo de poder captar el máximo de luz y así poder fabricar su propio alimento a través de las hojas, por tanto, genera unas estructuras acorde con sus capacidades propias y las que le ha dado el entorno. Este afán de supervivencia provoca una formación de estructuras complejas que lo hacen eficiente y, a su vez resistente ante los fenómenos atmosféricos.
El crecimiento de los árboles está condicionando por su ADN y en todo caso va a ser un crecimiento marcado en altura y anchura. Siendo así, algunos serán más anchos y otros más altos, pero siempre determinado por su especie y el entorno en el que se encuentra, que lo hará único en su forma.